Luis Alberto López Rafaschieri y José Alberto López Rafaschieri
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Daniel Ortega fue el primero en salir en defensa de Gaddafi, apoyando moral y diplomáticamente la represión de este dictador. Después se asomó Fidel Castro, quien no sólo se conformó con un respaldo como el de Ortega, sino que además habría usado los recursos de Cuba, según el periodista Hugh Milesen, para enviar pilotos militares que bombardearan con aviones de guerra a los estudiantes que alzan sus voces en las calles libias.
Y luego de una espera relativamente larga, tratando de encontrar un momento mejor, habló Chávez, pero no pudo más que reafirmar el apoyo que sus camaradas de Cuba y Nicaragua habían hecho público antes que él.
Debido a la sanguinaria represión de la que han sido víctimas los manifestantes libios, Gaddafi ha perdido el apoyo de casi todo el mundo, incluyendo el de la Liga Árabe. Sin embargo, quienes en América Latina pronuncian la palabra pueblo todos los días, se quedan cortos cuando les llega la hora de hacer algo auténticamente democrático. Para los extremistas del izquierdismo radical latinoamericano, el amparo de una violenta revolución socialista está por encima de la defensa de los derechos humanos, a pesar del costo político que esta postura tendría en sus imágenes, y pese a ser un grupúsculo que contradice la opinión generalizada sobre la situación en Libia.
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