Autores:
José Alberto López Rafaschieri y Luis Alberto López Rafaschieri
www.morochos.org
Después de que ocurren elecciones en cualquier país
democrático, por ejemplo en Colombia, Brasil,
España o Francia, es muy raro ver que proliferen tantas versiones distintas, dentro y fuera de su territorio, respecto al resultado. Por lo general, los procesos electorales en esas naciones generan una interpretación uniforme de lo ocurrido.
En cambio, las elecciones del pasado 7 de octubre en Venezuela produjeron un efecto distinto. Chávez y el CNE creen que los comicios fueron los más equilibrados y perfectos del mundo. La MUD y los partidos que la integran consideran que la votación fue ejemplar y reflejó la voluntad popular, a pesar de que destacan el ventajismo del gobierno. Por su parte, muchas de las personas que conforman las bases de los partidos opositores sospechan que hubo fraude, igual que los sectores antichavistas que no creen en salidas electorales. Y lo mismo piensa el grueso de los venezolanos que viven en el exterior, mientras que personajes como María Corina Machado tienen una posición intermedia.
Los medios de comunicación independientes de Venezuela tienen, en general, una opinión parecida a la de la Mesa de la Unidad Democrática. La prensa del mundo, por otro lado, parece tener opiniones divididas sobre las elecciones
venezolanas. En muchos medios de otros países se cubre con naturalidad
"Chávez ganó", pero en otros no faltan duras críticas
hacia el sistema electoral nacional. Un claro ejemplo es la posición del periodista Jaime Bayly sobre nuestras elecciones, que
incluyen denuncias de fraude en el proceso y de "ingenuidad" por parte
de la oposición. En una óptica parecida, el prestigioso diario alemán Süddeutsche Zeitung publicó un editorial sobre el tema que expresa: "Las elecciones venezolanas fueron libres, pero no limpias".
Y los gobiernos del mundo no dejan de poner su granito de arena en la polémica. La mayoría reconocen los resultados y felicitan al gobierno venezolano por las elecciones, pero otros, como los de Estados Unidos y Canadá, aunque reconocen los resultados, evitaron felicitar a Chávez por su victoria, lo que en lenguaje diplomático se traduce en una opinión crítica al respecto. De hecho, varios congresistas de EEUU han expresado claramente que el sistema electoral venezolano tiene grandes faltas.
Si algo debería no dejar dudas y tener completa credibilidad en una república democrática son sus procesos electorales. Nos guste o no, y aunque a veces da la impresión de que es un nuevo tabú de nuestra sociedad tocar el tema, llama la atención que, nacional e internacionalmente, las pasadas elecciones venezolanas del 7 de octubre no tengan el mismo grado de aceptación que procesos electorales de otros países. Algo que no tendría por qué llenar de orgullo a nadie en el gobierno de Chávez, y que debería incitar a nuestras instituciones a aplicar las mejoras necesarias para que nuestras votaciones estén a la altura de los estándares que esperan los venezolanos y el mundo.
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