José Alberto López Rafaschieri y Luis Alberto López Rafaschieri
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Los representantes del gobierno venezolano y el líder de la Mesa de la Unidad Democrática están felices por el regreso del presidente Chávez a Venezuela. Desde ayer se celebran caravanas y concentraciones oficialistas ante el anuncio de esta información, a lo que se suma la respuesta de Capriles Radonski al comunicado, un caluroso "¡Bienvenido presidente!".
Pareciera que la emoción ante la publicación, vía Twitter, del regreso del mandatario reelecto el pasado 7 de octubre nos está haciendo olvidar que Chávez no ha sido visto en público, ni se ha dirigido al país, en vivo, en cadena de radio y televisión desde la sede de una institución venezolana, ni se ha observado su presencia en alguna ceremonia o acto administrativo.
Tampoco ningún actor nacional, aparte del vicepresidente y los ministros, ha podido constatar que el presidente Chávez esté vivo y en tierras venezolanas. ¿Por qué no se ha invitado a una comisión plural de la Asamblea Nacional, por ejemplo, para que efectúe una visita al convaleciente presidente?
Hasta ahora nos estamos confiando en que Maduro y Villegas nos están diciendo la verdad, y en que la bienvenida de Capriles Radonski a Chávez no se trata de otro gesto "estratégico" de su parte, tal vez para darle credibilidad a la supuesta llegada del líder del PSUV a Venezuela, aniquilando la moral de las protestas que se escenificaban frente a la embajada de Cuba en Caracas.
La realidad es que no hemos visto a Chávez en Venezuela, ni tenemos un testimonio confiable que avale su presencia en nuestra tierra. Por ahora se
trata de un acto de fe, de algo que decidimos si lo creemos o no, y de
que elijamos conformarnos con que la información no esté adecuadamente verificada. Bastó un simple mensajito de Twitter para que nos comiéramos la versión oficial.
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