jueves, 16 de mayo de 2013

Esperanza de vida del gobierno de Maduro

Autores:
José Alberto López Rafaschieri y Luis Alberto López Rafaschieri
www.morochos.org

Después de todo lo ocurrido tras las elecciones del 14 de abril de 2013, la esperanza que mantienen muchos opositores se basa en la aparente fragilidad del gobierno de Nicolás Maduro. "Maduro no termina, ni siquiera llega a tal fecha" es la idea que da contenido a las tertulias políticas de los simpatizantes de la MUD en restaurantes, hogares y redes sociales.

Aunque tal creencia tiene aceptación general y amplia difusión en los medios de comunicación, en nuestra opinión, entre los factores de los que dependerá la estabilidad del recién inaugurado presidente, resalta, en primer lugar, la calidad de su liderazgo. Maduro no es Chávez, no tiene su carisma y perdió mucho del terreno electoral que le heredó "el comandante", pero ha sido capaz de mantener cohesionado al partido de gobierno y a los aliados, se ha sentado a buscar acuerdos con los sectores productivos del país (lo que nunca quiso hacer Chávez), y además supo manejar hábilmente a los gobiernos del exterior -de algo le sirvieron los años que fue Canciller- para que reconocieran de manera expedita su cerrada victoria sobre el candidato de la MUD.

Un segundo elemento a considerar sobre la permanencia en el poder de Maduro está en el calibre de la dirigencia opositora. Capriles ha sido el candidato dos veces para la presidencia, y pareciera que ya lo están perfilando para una tercera oportunidad. Esto implica la debilidad de la MUD en generar otras opciones presidenciales, a pesar de estar integrada por tantos partidos políticos, y a la vez va en contra de la práctica que se viene afianzando en las más importantes organizaciones democráticas de las diferentes latitudes del mundo: candidato presidencial derrotado, candidato que no repite, no importa si dice que le robaron las elecciones (como el caso de Al Gore en EEUU). Esto con el propósito de renovar las caras, los mensajes y las estrategias de campaña.

Incluiríamos, por último, el asunto económico. Mientras el petróleo continúe cotizando a niveles tan elevados, el gobierno podrá financiar el gasto en misiones y demás mecanismos de clientelismo político.

Un Nicolás Maduro que todavía no enfrenta problemas de liderazgo, y que arrancó su gobierno estableciendo acuerdos con el sector privado; una oposición que insiste con un candidato que fracasó "portándose bien y portándose mal"; y un petróleo que cotiza por encima de $80, nos hacen pensar que lo más probable es que Maduro, aunque enfrente dificultades, llegue hasta el final de su mandato como presidente.


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