jueves, 4 de octubre de 2007

Lecciones de Myanmar

Autores:
Luis Alberto López Rafaschieri y José Alberto López Rafaschieri

www.morochos.org

La crisis política que vive la nación asiática de Myanmar, también conocida como Burma, nos recuerda lo grave que es para un país ser sometido bajo el yugo de dictaduras despiadadas y corruptas. Este Estado ha sido gobernado por tiranías comunistas durante casi todo el siglo XX, así que no es difícil imaginar la cantidad de crímenes que estos gobiernos han cometido contra su población.

Esta crisis nos trae también a la memoria una de las peores críticas que puede hacerse en contra de los organismos multilaterales y las ONG internacionales: Nadie dice nada hasta que los crímenes son tan graves que las instituciones internacionales se ven obligadas a pronunciarse, únicamente para quedar bien ante la opinión pública. Pero cuando todo este tipo de regímenes opresores comienzan, todos se hacen los locos y cada quien busca cómo sacar provecho de la desgracia de terceros. La rapiña no tiene control cuando se trata de países donde se pueden obtener grandes botines, como los casos de los Estados petroleros o ricos en materias primas.

La hipocresía es más intensa cuando se trata de organismos o personas de tendencia izquierdista, como el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, quien desde su lujosa oficina en New York considera a los regímenes antidemocráticos de Cuba y Venezuela como ejemplos para toda América Latina. Seguramente él es ese tipo de personas que cada vez que cobra su cuantioso sueldo en dólares sonríe y se acuerda de cuando el Presidente de Venezuela lo llamó insulso y pendejo.

Similitudes entre Myanmar y Venezuela

La principal similitud es que en Myanmar había una democracia –con muchos defectos- que fue sustituida por un golpe de Estado efectuado por el General Ne Win, quien, para no perder la costumbre, dijo que construiría un nuevo socialismo “al estilo Burma”, algo que no se parecería al antiguo socialismo. El mismo cuento que siempre usan los comunistas para engañar a los pueblos.

Lo cierto es que este nuevo socialismo “estilo Burma” era otra vez la réplica del comunismo soviético y chino. Sus principales rasgos fueron: Nacionalización de empresas, represión de las minorías, Estado Policía, aislacionismo internacional, expulsión de los extranjeros, desaliento del turismo y violaciones masivas de derechos humanos.

En 1988, el pueblo, ya cansado de 26 años de comunismo y dictadura, sale a protestar por sus derechos, pero fue reprimido salvajemente por el gobierno de Ne Win –algo que siempre hacen los comunistas-.

Después de tantas protestas, El General Saw Maung decide sustituir al General Ne Win a través de un golpe militar –por ser incapaz de aplastar a la oposición-. Una vez en el poder, gobierna con una junta militar que se mantiene en el control del país hasta la actualidad. Maung continúa las políticas comunistas de Ne Win y arrecia la represión.

Myanmar, vale decir, es un país rico en gas natural, así que muchos gobiernos extranjeros –presionados por compañías multinacionales- se han dedicado a respaldar a la dictadura comunista de Burma para poder hacer negocios directamente con los corruptos gobernantes, quienes se enriquecen a costa de la miseria del pueblo. Estas compañías prefieren negociar con dictadores ya que de esta forma se saltan todo el ordenamiento jurídico y pueden hacer lo que les plazca.

Si Myanmar fuera Venezuela

¿Se imaginan que la dictadura de Burma tuviera la suerte de gobernar a un país socialmente descompuesto, con gente dispuesta a venderle su dignidad al diablo por dinero y con muchos petrodólares para hacer compras internacionales, tal como ocurre en Venezuela? Veríamos a esos monjes budistas divididos en dos bandos, unos protestando en contra de la opresión y otros comprados por el gobierno para declarar públicamente que la dictadura es buena, bolivariana y necesaria para la patria.

Además, nos indignaríamos con el bochornoso espectáculo de ver a la izquierda europea, y a los artistas quebrados de Holywood, haciendo fila para insultar a los indefensos monjes a cambio de una generosa porción del patrimonio nacional.

Para colmo, los pobladores de Myanmar tendrían dentro del país a personajes como Jimmy Carter, tratando de convencerlos de que la dictadura comunista debe mantenerse para evitar males mayores. Y a presidentes de países vecinos vociferando su respaldo a la dictadura, mientras endosan los cheques ganados como premio por los favores recibidos.

Liberen a Burma

Sea como sea, es necesario que todos condenemos la sangrienta dictadura comunista que actualmente oprime a Myanmar. Los ciudadanos de Burma, como todos los habitantes del planeta, nacieron para vivir en libertad, así lo demuestran los pobladores de Myanmar con sus protestas. Al igual que en Venezuela, hemos observado en Burma a centenares de personas que están luchando por ser libres, muchos han perdido sus vidas y otros su libertad. Pero cómo serán de corruptas, sangrientas e insoportables las dictaduras, que la gente arriesga lo más preciado que tiene para no seguir siendo humillada bajo los inmorales designios de los tiranos.

Mensaje a la ONU, OEA y demás organismos internacionales

La lección para ustedes, los burócratas que ocupan cargos en estas instituciones, es que hay que actuar y pronunciarse contra las dictaduras desde el primer momento, no esperar a que estén atornilladas para entonces empezar a preocuparse.

Los habitantes de Myanmar son oprimidos por un gobierno dictatorial desde 1962 y ninguna institución ha dicho o hecho algo significativo. Los cubanos son asesinados y encarcelados por el gobierno de Castro desde 1960, pero tampoco la ONU ni la OEA han intentado nada importante.

Los habitantes del mundo necesitamos autoridades que estén comprometidas con los derechos humanos, para ello es necesario oponerse a toda forma de autoritarismo que pretenda socavar nuestras libertades. Los tiempos de diplomáticos que sólo asisten a los organismos multilaterales a cuidar sus puestos tienen que acabarse.

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