martes, 7 de agosto de 2007

El crimen como instrumento de dominación política

Autores:
Luis Alberto López Rafaschieri y José Alberto López Rafaschieri

www.morochos.org

La semana pasada, una persona nos escribió para preguntarnos si era posible que los gobiernos utilizaran el crimen como medio para sembrar el terror y lograr la sumisión de los ciudadanos.

Lamentablemente, la respuesta a esa pregunta es afirmativa. Algunas teorías fascistas sostienen que el crimen puede utilizarse como un factor para justificar la represión y el armamentismo gubernamental, como explicaremos a continuación:

La Aldea

Este hecho está muy bien representado en la película La Aldea –The Village (2004)-

La trama de esta obra está ambientada en un pequeño poblado con características del siglo XIX. Sus habitantes, son gobernados por una élite cuya forma de dominación consiste en hacer creer a sus gobernados, que el caserío que habitan está en medio de un peligroso bosque plagado de criaturas infernales, que harán daño a cualquiera que se salga de la seguridad de la aldea.

Así transcurre la película y hasta los espectadores nos creemos el cuento, pero al final todo resulta ser una farsa. Las criaturas son los mismos gobernantes que de noche se disfrazan de monstruos para aterrorizar a los aldeanos, robándose sus animales y luego echando sus cuerpos despellejados a la vista de todos, para asustarlos.

El objetivo del gobierno aldeano era sembrar el terror en sus súbditos para evitar que decidieran sus propias vidas, fundamentando la dominación en el miedo. Y basados en la mentira de que sólo las acciones de estos gobernantes mantendrían a todos a salvo. Por lo tanto, nadie podía cuestionarlos o hacer algo fuera de su control.

De la ficción a la realidad

Aunque esta película es una ficción, el mismo resultado puede obtenerse con otras formas de aterrorizar a los ciudadanos, por ejemplo, dando rienda suelta al crimen. Salvo que en este caso, el peligro sí es real.

Una población miedosa significa ciudadanos que se someten más fácilmente y cuyas acciones serán muy limitadas.

A los gobiernos incapaces les conviene además que los crímenes sean muy violentos, porque provocarán un gran escándalo, desviando la atención de los otros problemas y promoviendo el deseo popular de gobiernos de “mano dura”.

Lo lógico es que un gobierno democrático controle los niveles de criminalidad porque esto le garantiza el apoyo popular, sin embargo, cuando existen gobiernos autoritarios que quieren permanecer en el poder de manera indefinida, los escrúpulos son dejados a un lado.

Estado de miedo

Una de las características del miedo es que logra paralizar o inhibir a la persona. Por otro lado, los seres humanos, por su condición natural de agruparse, tienden a comportarse más como manada cuando tienen miedo. Es muy difícil que alguien vaya en contra de la opinión del grupo, y mucho menos del que otros reconocen como líder, si está asustado. Además, el que tiene miedo protesta poco o nada.

Es por todos sabido que después de ciertas horas de la noche, en las ciudades con alta criminalidad, la gente sólo sale de su casa por necesidad. Es decir, el crimen cumple el papel de imponer un toque de queda de facto.

Desviar el debate nacional

El crimen descontrolado desvía el debate político de temas básicos como los derechos humanos, libertad de expresión, propiedad privada, alternancia en el poder, elecciones, etc. Pero sobre todo, concentra las acusaciones contra el gobierno en el tema de la inseguridad. Los gobiernos fascistas que aplican esta política, apuestan a que la gente pase por alto la ineficiencia y la corrupción.

Armamentismo y represión

Otra de las utilidades que sacan los gobiernos autoritarios de que el crimen impere en las calles, es que obtienen la coartada perfecta para imponer un estado general de represión. Cuando la opinión pública se vuelca a presionar al gobierno para que ponga límites al hampa, caen directo en la trampa de los malvados gobernantes, quienes encuentran en el interés general, el apoyo para la creación de un Estado policía.

Comienza así el exponencial incremento de las fuerzas del orden en las calles, con armas de alto calibre y licencia total para aplicar cualquier medio que imponga el orden –Sólo que el orden para el dictador es cero protestas y para los ciudadanos es cero hampa- También se crean nuevas leyes y reglamentos para restringir derechos como la inviolabilidad del hogar o presunción de inocencia y se promueve la creación de nuevos órganos represivos para el supuesto control del hampa, organizaciones que lejos de controlar la delincuencia se encargan de intervenir políticamente la sociedad y las instituciones, para asegurar al autócrata el control del Estado. Estas nuevas instituciones suelen llamarse Policía de la Nación, Policía del Estado -como la de los nazis- Seguridad Nacional u otro nombre que denote que es una policía superior, centralizada en el dictador, por encima de los otros organismos de seguridad.

Una vez creado este Estado represivo, la delincuencia sigue haciendo de las suyas contra el ciudadano común -así ocurría en la URSS, en la Alemania NAZI y ocurre en Cuba- pero la clase que está en el poder posee ahora todos los medios de represión que necesita para eliminar a quienes se le opongan, asegurando su permanencia en el poder.

El crimen no paga

Quisiéramos dejar claro, que esta es una política que aplican gobiernos fracasados y autoritarios. Ningún gobierno democrático jamás permitiría que el crimen se desate, eso es una atrocidad y es algo que sólo hacen personas sin respeto por la vida y la paz de todos. Los gobiernos democráticos, como se basan en el apoyo popular, hacen todo lo posible por el bienestar del pueblo. Mientras que los gobiernos autoritarios, como se basan en la fuerza, recurren a estas artimañas inmorales para logar la obediencia de los ciudadanos.

Pero ser indolente ante el incremento de la delincuencia con el objetivo de ganar control social nunca ha dado mejores resultados que ser un político honesto, eficiente e inteligente. Todas estas maniobras fascistas pueden funcionar un tiempo, pero después la historia, la justicia y el pueblo cobran con despiadados intereses.

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1 comentario:

  1. Morochos: la lectura de este artículo me recuerda un poco a la justificación del Estado Leviatán de Hobbes a través del miedo al estado de naturaleza. En algunos debates nos preguntamos ¿existió el estado de naturaleza históricamente? ¿pueden realmente los ciudadanos decidirse por el Estado Leviatán en detrimento de un estado de naturaleza que nunca conocieron? Nosotros desarrollando preguntas más contemporaneas pudiésemos interrogarnos en cuanto a si ¿necesita un gobierno cada cierto tiempo refrescar o recordar que afuera hay un estado de naturaleza o monstruos salvajes a los cuales temer? Comparto con ustedes que los gobiernos autoritarios y no democráticos son los que con más seguridad lo necesitarán como una forma de justificar su presencia y estilo de gobierno fuerte. Ahora, no podemos olvidar que un factor importante en esto es el grado de legitimidad de un Gobierno así como el compromiso que un pueblo tiene con su gobernante. De esta manera cuando un gobernante tiene un piso tan endeble en lo que respecta a una ideología que justifique a un gobierno, se hace aún más necesaria la estrategia del miedo. Me parece que es evidente que la experiencia venezolana transita por este carril.

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