sábado, 11 de agosto de 2007

El gobierno de los ladrones –La Cleptocracia-

Autores:
Luis Alberto López Rafaschieri y José Alberto López Rafaschieri

www.morochos.org

En las ciencias políticas, la cleptocracia (del griego Klepto=robar y kratos=poder) es el gobierno de los ladrones, en el cual, los funcionarios públicos extienden su poder económico y político de manera exorbitante, apoderándose ilícitamente de los recursos nacionales, creando un estado generalizado de corrupción política y descomposición social.

Las principales características de la cleptocracia son las siguientes:

- Se desarrolla generalmente en dictaduras o gobiernos autoritarios.

- Como los cleptócratas necesitan pocas regulaciones para cometer sus crímenes, destruyen toda institucionalidad, por lo que la ilegalidad y el crimen se salen de control.

- Ignorancia de los problemas sociales y económicos por parte de los cleptócratas, quienes sólo se dedican a enriquecerse, por lo que los problemas que aquejan a la población empeoran.

- Economía nacional subordinada y controlada por los cleptócratas, esto quiere decir economía distributiva. La diferencia entre economía distributiva y redistributiva es que, en la primera, el gobierno se apodera de los recursos nacionales que generan riqueza (petróleo, gas, oro, diamantes, plata, turismo, agricultura, etc.) y dispone de ellos a su antojo, no le interesa la fortaleza del sector privado, ni el desarrollo armónico de la nación. Mientras que en la economía redistributiva, el gobierno cobra impuestos a los sectores privados, empresas e individuos, y redistribuye, lo recaudado, a cada una de las necesidades nacionales, por lo que se estimula la prosperidad general, de manera que se recauden más impuestos.

- Nepotismo. Cargos públicos repartidos a hermanos, primos, afines y amigos. Familias enteras ocupan los cargos de la Administración Pública en los regímenes cleptocráticos.

- La lealtad al dictador y a su proyecto político está por encima de la eficiencia y de los principios morales.

- Gobierno muy impopular entre la sociedad civil, por el enriquecimiento descarado de los funcionarios públicos y del descuido de las funciones gubernamentales.

- Elevada corrupción política y descomposición social. Los dirigentes políticos influyen fuertemente en la moral de los países, por cuanto se ubican entre las figuras más famosas, de modo que sirven como ejemplo, tanto de virtud como de corrupción, para los ciudadanos. En las cleptocracias, los ciudadanos imitan las acciones inmorales de sus gobernantes.

- Funcionarios que ocupan cargos públicos durante prolongados períodos, lo que facilita el abuso de poder y la corrupción.

- Clientelismo político y peculado. Falta de transparencia en la gestión pública. Asignaciones de contratos sin licitación, contabilidad inexistente, compañías estatales inescrutables, discriminación para adjudicar los proyectos estatales, movimientos de recursos sin control dentro y fuera del territorio nacional.

- Complicidad de algunas personalidades de importantes sectores de la vida nacional e internacional: artistas, periodistas, empresarios, militares, sindicalistas, políticos, intelectuales y sacerdotes; quienes son comprados por las fortunas de los cleptócratas.

La cleptocracia en el mundo:

Los gobiernos cleptocráticos se han distribuido especialmente en los países pobres, donde la falta de institucionalidad y democracia, han permitido la aparición de clases políticas corruptas, que se perpetúan en el poder y transforman la política en un trampolín que los convierte en multimillonarios.

Los cleptócratas más notables del mundo han sido, en primer lugar, el dictador de Indonesia Suharto, a quien organismos internacionales como Transparencia Internacional, le calculan haberse robado la suma de 35 mil millones de dólares del tesoro nacional indonesio. En segundo lugar tenemos al autócrata filipino Ferdinand Marcos, quien se cree que se apropió ilícitamente de 10 mil millones de dólares. Y por último, al dictador africano Mobutu Sese Seko, sospechoso de haberle robado 5 mil millones de dólares a su país.

La cleptocracia en Latinoamérica

En América Latina podríamos construir una lista enorme de cleptócratas, pero sin lugar a dudas existen dos personajes que se llevan los dos primeros puesto en la premiación: El segundo lugar es para Alberto Fujimori, quién construyó una dictadura fundada en la corrupción política y el enriquecimiento ilícito de todos quienes lo acompañaban en el poder. Se cree que Fujimori robó, por lo menos, 600 millones de dólares al tesoro nacional peruano, suma con la que pretendía vivir en el exterior cual magnate. Fujimori, con la ayuda de su principal colaborador, Montesinos, hiló una red de sobornos, extorsiones, venta de armas y corrupción pública como nunca ha habido en Perú.

No obstante, según expertos, el campeón cleptócrata hispanoamericano es Fidel Castro, a quién prestigiosos periodistas internacionales y la revista Forbes, han acusado de mantener una fortuna personal de 900 millones de dólares. Riqueza que, según estos investigadores, ha sido amasada mediante la venta de armas, el narcotráfico, préstamos internacionales y confiscación de propiedad privada para uso personal.

Cleptocracia en Venezuela

En nuestro país los dos más grandes cleptócratas del siglo pasado fueron Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. Dictadores que se enriquecieron groseramente junto a sus colaboradores, mientras dejaban caer migajas de sus banquetes al pueblo venezolano. Aún el día de hoy, sobreviven familias en nuestro país cuya fortuna fue construida bajo el gobierno de estos dos déspotas. Familias que ahora, aparecen en las revistas financieras internacionales como magnates y supuesto empresarios.

Por otro lado está el llamado régimen puntofijista, -que comprende desde la presidencia de Rómulo Betancourt hasta el segundo gobierno de Rafael Caldera- de amplia corrupción, y evidentemente un régimen cleptocrático. Aunque tenemos que reconocer que al menos hubo alternancia en el poder y que logró los mayores avances en la institucionalización de nuestro país a la fecha. Pero no dejaremos pasar la cantidad de familias e individuos que de la noche a la mañana aumentaban su riqueza a cifras exorbitantes, por obra de la corrupción.

Sin embargo, lo que ocurre en la actualidad será seguramente evaluado con mayor propiedad dentro de algún tiempo, cuando nos enteraremos a plenitud de todas las irregularidades del actual gobierno. Aunque por ahora, sí podemos decir que, o estamos ante un gobierno que hace milagros, o la revolución de los golpistas empeoró la cleptocracia.

La mayoría de los exmilitares de los golpes de Estado de 1992 y su séquito provienen de familias humildes y eran pobres cuando llegaron al poder en 1999. Extrañamente, en menos de cuatro años la mayoría de ellos se convirtieron en magnates que agotan los artículos de lujo de los almacenes del país, manejan costosos vehículos de colección –los cuales también hacen escasear- y viven en espléndidas mansiones. Mientras el pueblo, sólo a veces, puede comprar el pollo congelado de Mercal y mendigar por ayuda en las oficinas gubernamentales.

En la revolución de los golpistas hemos visto cómo modestos marinos mercantes se convirtieron, en tres años, en propietarios de inmensas flotas de tanqueros y supertanqueros petroleros. Y a hermanos de altos funcionarios públicos que, viniendo de una condición social humilde, en menos de cinco años se transformaron en propietarios de bancos, costosísimos caballos purasangre y multimillonarias propiedades.

Ante semejante velocidad en la generación de riqueza personal nos preguntamos, ¿será que estos personajes descubrieron la ambicionada fórmula de los alquimistas de convertir la piedra en oro, o será que estamos en medio del mayor régimen cleptocrático que ha vivido Venezuela?


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