sábado, 1 de septiembre de 2007

Contradicciones de las mentes antiimperialistas

Autores:
José Alberto López Rafaschieri y Luis Alberto López Rafaschieri

www.morochos.org

Algunos discursos políticos están llenos de contradicciones, ahí tienen ustedes al “amigo del planeta”, Al Gore, un ecologista que con toda la hipocresía del mundo se gasta más de 30.000 dólares al año, sólo en facturas de electricidad. También está el caso del padre de la Unión Soviética, Vladimir Lenin, quien al acuñar en su madurez la teoría “El imperialismo, fase superior del capitalismo” no pudo vislumbrar que en su vejez viviría en una mansión de retiro a las afueras de Moscú, con un Rolls Royce en la cochera. La cuestión es que los políticos corruptos encuentran siempre mentiras que inventar y a quienes engañar, y los pobladores de América Latina no escapan a esto.

Desde la época de la colonia española, los latinoamericanos han sido manipulados con cuentos que dicen “que todos sus males son culpa de los países ricos, que tienen tanto y no ayudan a los pobres, más bien los explotan” y todas esas patrañas.

Políticos de todas las generaciones se han aprovechado de estas leyendas hispanoamericanas para justificar toda clase de regímenes autocráticos y sanguinarios. En la actualidad, todavía sobreviven estas leyendas encargadas de sumergir en el atraso a todas las mentes ingenuas que deciden creerlas. Una buena parte de los latinoamericanos están convencidos de que todos los males que aquejan a la región, son responsabilidad de Estados Unidos y sus políticas. Según ellos, la pobreza, subdesarrollo y todas las dictaduras latinoamericanas han sido, y son, consecuencias de las decisiones de los “demonios” de Washington.

Irónicamente, aunque muchos latinoamericanos nacen con una especie de gen antiestadounidense, lo primero que hace todo hispano con fortuna es comprarse una casa en el imperio, preferiblemente en Florida o New York. Además, todos los peloteros de Hispanoamérica –incluso esos que alaban a la revolución en la Asamblea Nacional- sueñan con jugar en la MLB, cobrando cuantiosas sumas de billetes verdes. Los basqueteros de Latinoamérica anhelan jugar en la NBA. Muchos de sus profesionales trabajar en Estados Unidos –así sea en empleos que nunca harían en sus propios países- Muchos de sus estudiantes aspiran asistir a las aulas de Harvard, Yale o Princeton. Muchos de sus niños visitar Disney World. Muchos de sus actores debutar en Hollywood. Y se puede ver todos los días, en las embajadas de Estados Unidos de toda Latinoamérica, a centenares de personas implorando por una visa para pisar el suelo imperial, no importa si es como turista.

Lo mismo puede decirse de los gobiernos latinos, casi todos ahora andan en una retórica antiyanqui, pero ninguno es capaz de respirar sin sentir primero el glorioso aroma de los billetes verdes con la cara de los próceres gringos.

Un caso patético es el del gobierno venezolano, que no descansa en acusar a Estados Unidos de ser un país gobernado por el diablo, imperialista, genocida y neoliberal. Pero nadie como Venezuela es más dependiente de vender su petróleo en la tierra del Tío Sam. Y son precisamente los billetes del imperio los que financian todo el populismo del actual presidente venezolano, a quien no le sirven para nada los pesos cubanos o bolivianos.

Por si fuera poco, el gobierno venezolano hace severas críticas al modelo neoliberal, pero cuando fija el precio del petróleo y sus derivados, no lo hace guiándose por patrones socialistas, no, su mejor aliado para esta tarea es el mercado neoliberal, que fija los precios a punta de oferta y demanda.

¿Y qué nos dicen de los exiliados políticos? Casi todos los políticos antiimperialistas latinos terminan asilados en la “tierra de la libertad”. Desde la hija del comunista Salvador Allende, Isabel Allende, quien ahora se enorgullece de que sus descendientes sean hijos de un gringo “son norteamericanos bellos” -según sus palabras textuales- ¿será que ya no le gustan las pieles mestizas de los latinos? Tenemos también allá al nacionalizador Carlos Andrés Pérez, al 80% de la familia de Fidel Castro, a familiares del actual presidente de Venezuela y a toda la interminable lista de políticos que estafaron a sus países para poder pagarse el retiro en el “hogar de los valientes.”

Pero este mismo cuento se vive también en el plano interno, en cada país de Latinoamérica. Podemos citar, por ejemplo, el caso de Venezuela, donde todos los revolucionarios no hacen otra cosa sino criticar a los oligarcas, pero ¡cómo les gusta la vida de ricos! Todos viven en las mejores urbanizaciones, comen en los restaurantes más lujosos, visitan Estados Unidos por lo menos una vez al año y amasan enormes fortunas de dólares en el exterior.

Ellos se aprovechan de la ingenuidad de la gente que les cree. Saben que siempre hay ignorantes que tardan en enterarse de estas verdades. Y saben también de esta absurda contradicción en las mentes de muchos latinoamericanos, que cuando son pobres culpan a Estados Unidos, pero cuando son ricos, se mudan al norte a pasar sus días despotricando de la cultura hispana y de sus raíces.

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5 comentarios:

  1. los felicito,ese articulo esta muy bueno,,,,,

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  2. Saludos José A. + Luis A,
    absolutamente cierto, pero no podría ser de otra manera. Los gringos han estado entre nosotros de manera mas o menos regular a partir de 1908 cuando Gómez empezó las negociaciones con las potencias extranjeras -especialmente Estados Unidos-. Fue en 1920 cuando, gracias a la inversión de capital gringo -entre otros- pudimos comenzar la exploración y explotación petrolera y ya para 1936, comienza la transformación de Venezuela gracias a la renta petrolera. Ciertamente la distribución de las ganancias fue desigual y el ingreso bruto de las compañías extranjeras fue descarado, pero también es cierto que la "tajada" que nos tocaba a nosotros como nación (educación, salud, servicios, infraestructura) se la comieron Gómez,los gomecistas y el descomunal gasto público de la época. Entónces, ¿quién fue peor? ¿el "insolente extranjero" o el caudillo?. Lo cierto es que desde 1920 hemos estado bajo la influencia de los Estados Unidos, más para bien que para mal. A ellos le debemos la infraestrutura petrolera que nos quedó y de la cual vivimos. Con el petróleo vino la democracia, la urbanidad, la tecnología, la educación, la inmigración selectiva, la mano de obra calificada, el gusto por las artes y el deporte, la modernización y el crecimiento de una clase media trabajadora, estudiosa y solvente, y por otro lado unos gobernantes corruptos que nos han traído a este precipicio, a este atraso, a esta barbarie de la cual esperamos que alguien nos saque.
    ¡Gringos come home!... pero eso si: traigan muchos discos de Frank Sinatra, de Tito Puente y mucho latinjazz.

    Zully

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  3. Precisamente de eso se ha tratado desde hace tiempos inmemoriables, engañar a los pueblos haciendo ver que el imperialismo es un mal que carcome a la humanidad mientras ellos en medio de sus gobiernos totalitaristas se “jartan” (ojo palabra escrita a propósito) de riquezas y su vida fluye en un Capitalismo que los convierte en los hombres más poderosos sobre la faz de la tierra.

    ¿Acaso es malo, estudiar, obtener una carrera, trabajar día a día y sacrificarse para lograr aquello que tanto ansias y en tu retiro en medio de ese gran sacrificio poder contar con el dinero suficiente para seguir viviendo bien? ¿Estos seres pretenden decir que ser rico es malo?????? Que el imperialismo es sanguinario mientras llenan sus bolsillos producto de su cochino Socialismo-capitalista. Como dirían mis ancestros españoles ¡Joder!

    Saludos y cariños,
    Betty

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  4. Otra idea mal encaminada, es cuando se dice que las empresas extranjeras antes de la nacionalización del petróleo, que hizo Carlos Andrés Pérez (Shell, Creole, Mobil etc) saqueaban las riquezas de nuestro país.
    Esto es lo que yo llamaría una media verdad, ya que estos grandes mágenes que le quedaban a estas empresas, no hubiera sido posible sin la participación y consentimiento (entiéndase comisión) de algún criollísimo y patriotísimo político amante de su país, así que toda la culpa no la tienen estas empresas sino quién permitió estos excesos.... recordemos en la década de los 70s el caso de los petroespías.

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  5. Amigo está juzgando en forma generalizada. La conducta que describes no depende de una ideología, más bien lo es de instintos. Nacemos con instintos y cuando crecemos nos son estimulados ambientalmente y por ello persisten. A usted no le consta que la familia del presidente Chávez disfrute regularmente en tierras del imperio, como usted dice, si las tiene hágamelas saber, por favor.

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