sábado, 25 de octubre de 2008

Mafia y poder político

Autores:
Luis Alberto López Rafaschieri y José Alberto López Rafaschieri

www.morochos.org

El crimen organizado no se ha contentado con nacer y consolidarse, sino que está ahora trabajando en imponer sus reglas sobre la sociedad, formando alianzas con liderazgos que sirven a sus propósitos, y hasta patrocinando movimientos políticos que luchen por sus intereses. Proceso que está dando origen a una nueva forma de influir en la política.

Características

El fenómeno tiene lugar cuando el fortalecimiento de las organizaciones delictivas conduce a la sumisión de los representantes del gobierno ante las mafias. Objetivo que logran las organizaciones criminales utilizando el dinero y la extorsión para influir en las autoridades, financiar las campañas de sus políticos amigos, controlar las decisiones gubernamentales y modificar la legislación.

El movimiento político ligado a las mafias está estrechamente vinculado al tremendo auge del crimen organizado, especialmente con aquellas agrupaciones que se dedican a los ilegales negocios del narcotráfico, secuestro, prostitución, terrorismo y contrabando de armas. Organizaciones criminales que no se conformaron con las enormes sumas de dinero conquistadas, sino que precisaron del poder político para crear un ambiente que les permitiera delinquir con menos riesgos.

Un movimiento que se retroalimenta

En este fenómeno se desarrolla un círculo vicioso que se transforma luego en un espiral ascendente de degeneración: Organizaciones criminales fuertes corrompen a los políticos, quienes con su complicidad fortalecen más a las organizaciones criminales. Reiniciándose entonces el proceso con cada vez más fuerza.

Como nunca en la historia

Este movimiento político tiene algunos precursores históricos, como Al Capone y las mafias italianas de la primera mitad del siglo XX. Pero ellos nunca obtuvieron el nivel de influencia política, ni el alcance endémico, que las organizaciones criminales contemporáneas han logrado en casi todos los países.

Es peor donde las instituciones son débiles

Una de las ventajas que tienen estos movimientos es que la mayoría de los Estados del mundo no tienen la capacidad para enfrentar a las corporaciones transnacionales del crimen, ya que son mafias muy ricas, armadas y poderosas.

Pero debemos decir que aunque este fenómeno también está presente en los países desarrollados, se despliega especialmente en los países con instituciones débiles. En tal sentido, los gobiernos autocráticos o dictatoriales son más proclives a formar estas alianzas con el crimen, debido a la facilidad que tiene un dictador para violar la ley y abusar de su autoridad.

Casos de estudio

Este fenómeno ha encontrado en África y América Latina una tierra muy fértil para crecer. Aunque por razones de seguridad personal, esta vez pondremos como ejemplo únicamente el caso de Manuel Noriega en Panamá.

El resto de la realidad está ahí para quienes quieran verla. Quienes deseen encontrar los ejemplos dirijan su mirada hacia los países, o proyectos políticos, que tienen alianzas con organizaciones ilegales, apoyan a grupos terroristas, promueven el consumo de hierbas estupefacientes, no hacen lo suficiente para combatir el crimen y proponen la desregulación de ciertas actividades criminales.

Autodestrucción

Lo peor de todo es que a pesar de que este movimiento político ilegal está demoliendo moralmente a la sociedad y desencadenando unos niveles de violencia superiores a los de países involucrados en guerras, muchos ciudadanos ingenuos respaldan a los políticos aliados del crimen, beneficiando así a las mafias que eventualmente depredarán a todos sin distinguir parcialidades políticas.


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