jueves, 14 de junio de 2007

Reflexiones sobre el ALCA

Autores:
José Alberto López Rafaschieri y Luis Alberto López Rafaschieri

www.morochos.org

El Acuerdo de Libre Comercio para las Americas (ALCA en español y FTAA en inglés) es una propuesta de política comercial multinacional para el continente americano, por eso debe tratarse como un tema político, no como un tema tabú de fantasmas y duendes como nos han acostumbrado a tratar los temas serios desde hace tiempo en América Latina.

El ALCA propone básicamente la creación de una zona económica americana en donde no existan aranceles al comercio o éstos sean muy reducidos para facilitar el flujo comercial de bienes y servicios entre países. Desde su aparición en la década de los 90 mucho es lo que se ha progresado. Sin embargo, a nivel regional está sucediendo lo mismo que ocurre en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Lo difícil es conciliar los intereses de los países desarrollados y los intereses de los países en desarrollo.

Para Estados Unidos y Canadá, el ALCA representa la oportunidad de expandir su sector servicios y apretar las regulaciones en materia de derechos de propiedad intelectual que tanto se infringen en Latinoamérica. Esto no cae muy bien en los sectores gubernamentales y empresariales del Rio Grande a la Patagonia.

Para los latinoamericanos, el ALCA es una puerta a las economías de escala norteamericanas en materia de productos agrícolas. El problema es que desde el Río Grande hasta las fronteras canadienses con el Ártico, los gobiernos y sectores empresariales están convencidos de que competir con Latinoamérica en materia agrícola es para ellos sencillamente imposible. Solamente Brasil sería capaz de arrasar los mercados agrícolas estadounidenses.

He ahí el verdadero problema a resolver. En el corto plazo son muchas las naciones de nuestra región que han firmado acuerdos individuales de libre comercio con Estados Unidos, pero estos acuerdos son simples iniciativas que raras veces llegan a materializarse debido a las presiones internas de ambos bandos. La realidad es que Estados Unidos no quiere eliminar sus subsidios y competir libremente contra la fortaleza agrícola de Latinoamérica. Y Latinoamérica no puede competir contra la manufactura y servicios de Estados Unidos.

Pensamos que la creación de una zona americana de libre comercio daría el primer paso hacia la constitución del bloque económico más grande del planeta tierra (incluso más que la Unión Europea) lo que a la larga traería prosperidad y desarrollo para todos ya que ninguna nación se ha hecho pobre comerciando. Pero los intereses domésticos de cada país pesan más en este tipo de decisiones en el corto plazo, porque cada gobierno obtiene sus votos adentro, no afuera. Ante este panorama, el proyecto va a retardarse por lo menos en el mediano plazo.

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